Parece que hay veces que por mucho que durmamos seguimos agotados. El cansancio se apodera de nosotros y perdemos concentración, ganas de comer, y sólo tenemos fuerzas para estar tirados en el sofá.

Y es que, aunque no lo parezca, hay muchas más cosas que nos quitan el sueño que una mala noche.

La mente y el estómago tienen mucho que ver en esto, os contamos por qué:

1. Nos llevamos el trabajo a casa
Nos estamos acostumbrando a estar constantemente conectados a nuestro trabajo. Estamos 24/7 disponibles en el teléfono móvil, con el correo electrónico abierto y creyéndonos que por hacer el trabajo en un espacio que no sea la oficina deja de ser trabajo, y no.
Lo que estamos haciendo, básicamente, es alargar nuestro horario de trabajo y con ello las preocupaciones, el esfuerzo físico y mental, y la sensación de estar haciendo mal nuestro trabajo si nos dedicamos a descansar cuando toca.

Así que menos culpabilidad y más desconectar cuando la jornada laboral se acaba.

2. No hacemos ejercicio si estamos cansados
Otro error bastante común. Llegamos cansados a casa y nos llama más la cama que el gimnasio. Y lo que no tenemos en cuenta es que aparte de que el ejercicio nos ayuda a recuperar energía, hará que descansemos mejor.

3. Somos demasiado perfeccionistas
Querer hacer todo perfecto cansa, y mucho. Estamos en constante búsqueda de hacer las cosas mejor, de tener algo más grande, más bonito, más, más, más. Y lo que pasa es que cuando lo conseguimos, seguimos queriendo más, y por lo tanto nuestro esfuerzo no percibe una recompensa clara, lo que resulta agotador.

Los psicólogos aseguran que es imprescindible asumir que nada en esta vida es perfecto y que, lejos de querer hacer las cosas bien e intentarlo, no debemos obsesionarnos.

4. Reducimos los carbohidratos en la dieta
Generalmente, los alimentos ricos en carbohidratos se ven como alimentos que nos hacen engordar y son lo primero que se elimina de la dieta. Y los necesitamos porque nos aportan energía. Tanto es así, que los expertos recomiendan tomar una ración en el desayuno y otra en la comida para aguantar un buen ritmo durante el día.

5. Queremos hacerlo todo
No nos fiamos de la gente que tenemos alrededor y tenemos que estar continuamente revisando todo lo que delegamos o, al final, hacerlo nosotros mismos.
Y esto es tan malo para los que no saben delegar como para los que estaban al cargo de esa tarea. Para el primero porque al final se produce una sobre carga de responsabilidad, y para los segundos porque fomenta la inseguridad y la sensación de estar haciéndolo mal.

Y ya no sólo hablamos de repartir la carga, sino de darse cuenta de que la forma en la que teníamos pensado hacer o solucionar algo, no es la única, y no pasa nada por conseguirlo por otros medios.

6. No desayunamos o desayunamos poco
Mucha gente sale sin desayunar de casa o se toma un café y cree que son eso tiene suficiente. Pero como bien se ha dicho toda la vida, es la comida más importante del día. Y los expertos recomiendan incluir en ella una ración de lácteos, una pieza de fruta (entera o en zumo) y una ración de pan o cereales.
Y si no estás acostumbrado, puedes empezar por raciones pequeñas a primera hora y completarlas a media mañana.

Lo ideal es llegar a un equilibrio entre cuerpo y mente que nos permita estar en calma y recuperar la energía natural. Y si aún así seguimos cansados, lo mejor es acudir al médico 😉