En situaciones normales, una dieta adecuada y equilibrada proporciona todos los nutrientes necesarios para el normal funcionamiento de nuestro cuerpo. Las vitaminas son sustancias necesarias para la salud e indispensables para la vida humana, al igual que los minerales esenciales, puesto que intervienen en multitud de funciones del organismo.

Llevar una dieta equilibrada es algo imprescindible para disfrutar de una buena salud

El cerebro necesita determinados nutrientes para llevar a cabo sus funciones, el sistema inmune necesita gran cantidad de nutrientes para que éste se defienda de manera eficiente y nuestro estado de ánimo mejora con determinados nutrientes como el hierro o los ácidos grasos omega 3. Y estos son, solamente, algunos de los tantísimos beneficios que nos puede aportar una dieta equilibrada.

En algunas ocasiones, el estilo de vida actual altera nuestra dieta de manera que no aporta los nutrientes necesarios. Las comidas rápidas, las dietas de control de peso, los hábitos poco saludables, el

embarazo, el sobreesfuerzo mental, la práctica de deporte… Son algunas de las causas que pueden provocar el déficit de estos elementos en la vida diaria.

Hay que diferenciar los conceptos “complemento” y “suplemento”

Los suplementos vitamínicos son aquellos que puedan llegar a suplir alguna deficiencia dietética y no necesariamente se refiere a la alimentación.

Sin embargo, los complementos vitamínicos son compuestos que ayudan a establecer niveles de deficiencia de algunos nutrientes cuyo aporte es insuficiente en la dieta.

Es muy importante comprender que la finalidad de estos dos conceptos es complementar la alimentación cuando es deficitaria en algún nutriente esencial. Si seguimos una dieta equilibrada, nuestro organismo ya tiene los nutrientes necesarios, por lo tanto no es necesaria la ingesta de suplementos ni complementos. Antes de consumir una de estas dos categorías de productos debemos consultarlo con un médico o farmacéutico.

Carencias habituales
1. Deficiencia de proteinas:

La deficiencia de proteínas suelen darse en las personas que renuncian al consumo de carne y pescado y no lo sustituyen adecuadamente por otros alimentos proteicos vegetales. Este déficit puede provocar sensación de falta de energía, perdida de volumen muscular y retención de líquidos.

2. Deficiencia de hierro

El hierro es un mineral necesario, entre otras cosas, para que los glóbulos rojos puedan transportar el oxígeno. Cuando existe una falta de este mineral se pueden sufrir mareos, dolores de cabeza, caída del cabello e incluso problemas de concentración. Alimentos como legumbres, sésamo, verduras de hoja verde y frutos secos son ricos en hierro.

3. Deficiencia de vitamina D

El cuerpo puede producir por sí mismo vitamina D, pero necesita recibir la luz del sol en la piel. Por eso, este tipo de deficiencia suele ser más habitual durante los meses invernales provocando sin tomas como debilidad muscular y dolor de huesos.

4. Deficiencia de vitamina C

La vitamina C participa en la formación de colágeno, carnitina, hormonas y aminoácidos. Es fundamental para la salud de los huesos y los vasos sanguíneos y para la cicatrización de las heridas.

La vitamina C también es antioxidante, mejora la función inmunitaria y facilita la absorción de hierro. Las frutas cítricas, tomates, patatas, brócoli, etc. son unas de las fuentes dietéticas de la vitamina C.