plato combinado con carne y embutido

“Hay que cuidar el colesterol…” “¡No comas de esto, que te sube el colesterol!” ¿Quién no ha escuchado una frase similar alguna vez en su vida? Y es que poca broma con el colesterol ya que, junto al tabaco, representa la causa principal de la mayoría de infartos y enfermedades cardiovasculares. Asimismo, como nos cuenta la Sociedad Española de Arteriosclerosis (SEA) en su página web, “La mitad de los españoles tenemos el colesterol alto”. ¿Aún no estamos nerviosos? Pues espera un poco y sigue leyendo.

¿Qué es exactamente el colesterol?

El colesterol es una grasa natural que se encuentra en nuestros tejidos corporales y plasma sanguíneo. Y, todo hay que decirlo, es una grasa que es esencial para el mantenimiento de las células. Sin embargo, aunque su presencia en nuestro organismo resulta necesaria y vital, un exceso de colesterol es perjudicial: obstruye nuestras arterias y acarrea diferentes trastornos como arteriosclerosis, cálculos biliares, infarto agudo de miocardio… A estas alturas ¿sigues impasible?

Intervieniendo en nuestros procesos metabólicos, hormonales, digestivos y nerviosos, el colesterol es transportado desde el hígado hacia las células a través de unas proteínas llamadas lipoproteínas. Las células únicamente utilizan la cantidad de colesterol que necesitan –muy sabias ellas–, permaneciendo el resto de esta “grasa” en el torrente sanguíneo, a la espera de que otras lipoproteínas la devuelvan al hígado.

Correcto. Hasta aquí todo bien. Pero resulta que existen dos tipos de lipoproteínas:

– Las LDL (también conocidas como “colesterol malo”), generadas en el hígado, que son las encargadas de transportar colesterol desde este órgano hacia nuestras células y tejidos. Cuando estas lipoproteínas transportan una carga excesiva de colesterol, esta grasa se deposita y retiene en nuestras arterias se oxida y favorece los procesos inflamatorios.

(Realmente no es muy bonito imaginarlo)

– A su vez, existen las HDL (a estas lipoproteínas también se las llama como “colesterol bueno”. ¿Su función? Eliminar los excesos de colesterol de la sangre y las células para devolverlo nuevamente al hígado y, de esta manera, permitir que vuelva a incorporarse a las LDL.

(Este ciclo, que se repite constantemente, puede verse alterado si la cantidad de colesterol en el torrente sanguíneo supera a la cantidad de lipoproteínas HDL para poder recogerlo. Es entonces cuando –¡ay!– el colesterol va quedando adherido a las paredes de nuestras arterias, formando placas y obstruyéndolas.

Los orígenes del colesterol

Ahora que sabemos lo que es el colesterol, quizás te estés preguntando por su procedencia. Y la respuesta es muy interesante porque tiene una fuente interna, ya que nuestro organismo puede producir su propio colesterol, y una fuente externa: la dieta. Y es en este punto, como veremos a continuación, donde radica la mayoría de las veces la clave del equilibrio.

El hígado, el intestino, los ovarios, los testículos o la corteza suprarrenal son algunos de los órganos que producen colesterol (a “nivel interno”). Por ello, existe la posibilidad de que haya personas que no sigan una dieta con exceso de colesterol y, aun así, tengan niveles elevados debido a algún desorden genético o metabólico. Sin embargo, repetimos: los alimentos que consumimos son fundamentales para que nuestras arterias estén desbloqueadas y libres de un exceso de grasa.

Un nuevo actor entra en escena

Atención, porque ahora te presentamos a… ¡los triglicéridos! Y aunque su nombre seguramente te suene, quizás no acabes de encajarlos en el escenario de las grasas y el colesterol. Y es que no resulta difícil llegar a confundir al colesterol con los triglicéridos, pues aunque no son la misma cosa están estrechamente relacionados.

Los triglicéridos son el principal tipo de grasa transportado por el organismo. El proceso es bastante sencillo: después de las comidas, nuestro organismo digiere las grasas de los alimentos y libera triglicéridos a la sangre. Los triglicéridos, entonces, son transportados por todo nuestro cuerpo para para aportar energía allá donde se necesite, o bien para ser almacenados como grasa, en espera de ser utilizados cuando exista alguna situación que lo requiera sin tener que depender de si se han ingerido alimentos.

Y la siguiente pregunta, pues, casi que resulta obvia. ¿Cómo están relacionados los triglicéridos con el colesterol? Pues muy fácil: cuando la persona come, los triglicéridos se combinan con una proteína en la sangre para formar las lipoproteínas que hemos visto un poco más arriba. Y, al igual que ocurre con el colesterol, un índice elevado de triglicéridos en nuestra sangre únicamente tiene un significado. Problemas.

¿Qué niveles de colesterol y triglicéridos se consideran aceptables?

Para conocer cuáles son nuestros niveles de colesterol hay que acudir a nuestro médico, quien nos realizará un simple análisis de sangre. Esta prueba determinará nuestros niveles de lipoproteínas LDL y HDL y de triglicéridos, aunque aquí te indicamos los valores “normales” o recomendados*:

– Lipoproteína LDL: inferior a 100 mg/dl

– Lipoproteína HDL: superior a 35 mg/dl en los hombres y 40 mg/dl en las mujeres

– Triglicéridos: inferior a 150 mg/dl

* Estos valores pueden variar en función de los últimos estudios e investigaciones realizadas

OMEGA 3 COLESTEROL

Nuestra dieta, nuestra mejor arma

Si eres una persona sedentaria y fumadora, tienes bastantes números para que en algún momento de tu vida te den la desagradable noticia de que tengas problemas con el colesterol. Si, además, tu dieta no está muy equilibrada, este riesgo puede multiplicarse. Así pues, aquí te dejamos algunos consejos para que hagas de tu dieta tu mayor aliada en la lucha con el colesterol. No hay que olvidar que comer bien no es comer aburrido, sino con cabeza y siendo consciente de que la cantidad y la variedad de los alimentos que consumamos son determinantes.

Reduce:

– Los alimentos ricos en colesterol (carne de cerdo, quesos amarillos procesados, embutidos, mariscos, pellejos de res, piel del pollo, mantequilla y manteca, leche entera…

– El consumo de huevos a un máximo de 2 unidades por semana.

– La cantidad de alimentos fritos (el aceite frito contiene un elevadísimo porcentaje de grasas saturadas)

– El alcohol. Aunque una copita de vino al día puede ser beneficiosa en según qué casos, no hay que abusar.

– Las salsas y los aderezos de los platos.

– El café.

– Los dulces y las golosinas.

– El tabaco (¡por supuesto!)

En cambio…

Potencia:

– Los alimentos bajos en grasa como, por ejemplo, el pollo (sin piel),  la res magra, el pescado, la leche desnatada, los yogurts (los naturales y no azucarados)

– Dentro de los pescados, destacar que el pescado azul (el salmón, las sardinas…) es especialmente efectivo por su concentración en ácidos grasos omega 3.

– La plancha y el horno, a la hora de cocinar, antes que la sartén.

– La fibra. Es excelente para reducir el colesterol y la puedes encontrar en los cereales integrales, la avena, el salvado, el trigo, las legumbres…

– La fruta, por lo menos 3 piezas al día. Y lo ideal es que sean variadas.

– Los zumos frescos y naturales.

Bebe agua. Nunca nos cansaremos de decir lo importante que es para que nuestro cuerpo funcione correctamente.

En El Naturalista te presentamos dos de nuestros productos que obrarán maravillas en tu lucha contra el colesterol y los triglicéridos. El primero se llama Colestatol y viene preparado en cápsulas: un coadyuvante en el tratamiento de la arteriosclerosis y en el tratamiento de la normalización de la presión sanguínea, cuyos efectos han sido probados y garantizados por todas aquellas personas que lo han probado. El segundo, de nombre Colestal, se trata de una infusión que regula y favorece la secreción y excreción de la bilis. De este modo contribuye a realizar una correcta asimilación de las grasas y la reducción del colesterol.

Finalmente la «Levadura Roja de arroz» te ayuda a equilibrar los niveles de colesterol haciendo que baje el colesterol malo y suba el bueno.

Recuerda siempre que en tu mano está poder combatir eficazmente el colesterol.