Más de una celebrity se ha unido a esta famosa dieta que, aseguran, tiene muchísimos beneficios. Así que hemos decidido adentrarnos un poco en su metodología y contaros a qué nos enfrentamos cuando decidimos hacer esta dieta.

Lo primero es lo primero, y la base de este casi modo de vida es una alimentación basada en alimentos no procesados. Es decir, alimentos como carne, huevos, verdura, fruta…

Hasta aquí todo normal, comer sano y no hartarse a comida procesada para evitar problemas de obesidad, diabetes o enfermedades cardiovasculares.
Además, la mayoría de los productos refinados son absorbidos rápidamente por el organismo, elevando la insulina y haciendo que el hambre aparezca al poco tiempo.

Pero la dieta Paleo también sugiere evitar los productos lácteos, las legumbres y los cereales, y aquí es donde entra la controversia.

¿Por qué eliminarlos?
Los más fieles a esta dieta aluden a sus antinutrientes o, en el caso de los lácteos, a la dificultad para ser asimilada en la edad adulta.
Sin embargo, para los menos estrictos se permite la ingesta moderada de lácteos (siempre en su versión entera), y legumbres y cereales como la quinoa o la avena, siempre y cuando no produzcan desequilibrios digestivos.

No se trata tanto de evitar los carbohidratos, ya que se encuentran en los vegetales, en las frutas y en las hortalizas; sino de mantener una dieta saludable y que permita a nuestro cuerpo llevar a cabo todos sus procesos correctamente, de ahí consumir alimentos que no dificulten la digestión.

Ya sabemos lo que estáis pensado: no tenéis tiempo para poneros a cambiar vuestra alimentación.
Pues no, porque Edurne Ubani ha recogido en su libro Paleo sin excusas, un montón de recetas, información, planes nutricionales y menús semanales, para que nadie ponga excusas.

Porque empezar a alimentarse de forma saludable lo decide cada uno, ¿os animáis?