En un post anterior os hablábamos de las nuevas enfermedades o enfermedades 2.0, patologías que han empezado a aparecer debido al uso excesivo de la tecnología. Y hoy os traemos una nueva: personas hipersensibles a la exposición de radiaciones. Algo que ya existía pero que se está acentuando con los router Wifi y la telefonía móvil.

De hecho, existen empresas especializadas en analizar los niveles de radiación natural, artificial y ambiental de barrios e inmuebles. Porque tan importante es la alimentación o el tipo de vida que llevamos como el lugar donde vivimos.

Numerosas investigaciones afirman que una prolongada exposición a radiaciones pueden provocar el agotamiento de los sistemas de autorregulación de los seres vivos. Provocando síntomas como la dificultad para conciliar el sueño o dolores de cabeza.
La mala noticia es que no existe una información concreta y se desconoce cómo tratar estas radiaciones. El wifi forma parte de nuestras vidas y cada vez se aplica a más dispositivos de nuestro día a día que llevamos siempre encima, siempre cerca.

Pero aún hay algo que podemos hacer al respecto.
Si bien desenchufar el router por las noches o apagar el móvil es algo que ni se nos pasa por la cabeza, sería una buena medida a llevar a cabo. Así como no dejar el móvil en la mesita de noche, evitar colocar electrodomésticos en la pared contigua al dormitorio o cargar el móvil cerca de la cama.

Los expertos en salud geoambiental contemplan un decálogo que podría ayudar a resolver problemas de sueño o fatiga si no se han encontrado otras causas aparentes que los causen:

1. Evita situar tu lugar de descanso o de trabajo sobre zonas con alteraciones geofísicas que alteran los campos magnéticos naturales en la superficie y provocan inestabilidad e intensa radiación terrestre.

2. Prueba a no colocar en la mesilla de noche aparatos eléctricos como radio-despertadores, lámparas halógenas con transformador o teléfonos inalámbricos si has experimentado insomnio o dolores de cabeza sin causa aparente.

3. Intenta usar el manos libres cuando hables por teléfono, así estarás protegiendo a tu cerebro de las radiaciones.

4. La lavadora, el microondas, el horno, la caldera o la vitrocerámica emiten radiaciones que traspasan la pared aun estando apagados. Evita colocarlos en la pared contigua al dormitorio.

5. Comprueba que el cableado de la instalación eléctrica no emite más radiaciones de lo estrictamente necesario y que las tomas de tierra funcionan bien.

6. Trabaja preferiblemente con tecnologías por cable y, si la tecnología inalámbrica te resulta imprescindible, siempre coloca las fuentes de radiación lejos de los lugares en los que pases más tiempo.

7. Cuando decores tu casa, evita el uso de basaltos o granitos, algunas cerámicas y ciertos tipos de gres pueden ser fuente de gas radón. Si el inmueble tiene estos materiales, asegúrate de que hay una buena ventilación.

8. Asegúrate de que no haya cerca tu vivienda antenas de telecomunicaciones o de teléfonos móviles, líneas de alta tensión, tendido eléctrico o transformadores urbanos.

9. Evita el uso excesivo de materiales sintéticos: moquetas, tejidos, etc. y coloca humidificadores.

10. Los lugares cerrados con ventilación artificial y suelos o techos técnicos aumentan la ionización positiva del aire, lo que les hace espacios propicios para las bacterias y hongos. Evítalos o intenta que haya una buena ventilación y utilizar ionizadores para mejorar la calidad del ambiente.

Lo sabemos, son muchas cosas a tener en cuenta en un mundo cada vez más tecnológico, pero podemos empezar con pequeñas cosas del día a día. Y quién sabe, quizá llegue un momento que decidamos irnos a vivir al campo o una isla desierta y olvidarnos de tanto wifi.