El estrés. El enemigo invisible

Piensa. Sales de casa por la mañana para ir a trabajar y coges el metro, el tren o el autobús. Te fijas en la gente que te rodea y entonces lo ves. Lo notas. El estrés. En sus caras, en sus gestos, en sus comentarios. El estrés. Consultan impacientes la hora en su reloj, envían mensajes o correos desde sus smartphones o tablets, resoplan porque llegan tarde, mantienen conversaciones crispadas, e irradian una energía que no es precisamente positiva. Es el estrés, que está impidiéndonos tener un día feliz. Sí, estamos estresados.

El estrés. El enemigo invisible

El estrés. El enemigo invisible

Y aunque hasta aquí casi todos hemos estamos pensando en situaciones que se dan en la ciudad, el estrés es un mal universal y omnipresente. Lo podemos ver en las grandes ciudades y en los pueblos pequeños. En las autopistas y en la montaña. En las oficinas y en la playa. ¿Quién no sufre o ha sufrido estrés en algún momento de su vida? Durante breves periodos de tiempo o durante grandes intervalos. Se da frecuentemente entre los adultos y en menor medida entre los adolescentes e incluso –¡dónde hemos llegado!– en los niños. Y es que el estrés es una consecuencia directa de nuestra civilización, la (mal)llamada sociedad del bienestar: cada día nos vemos sometidos a más y más presiones a las que cada vez más podemos dar menos y menos respuesta. Una sensación de ahogo nos invade, sentimos una opresión en el pecho que nos dificulta la respiración…

Unos síntomas realmente preocupantes

Este trastorno, que afecta a más del 15% de la población, según la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), se relaciona con las respuestas fisiológicas y psicológicas de un individuo ante los problemas de su entorno y su dificultad (o incapacidad) de solucionarlos. Y aunque solemos asociar el concepto con el “malestar”, así, en abstracto, lo cierto es que tiene unos síntomas muy, pero que muy concretos, tanto a nivel psicológico como fisiológico. Entre los síntomas del primer grupo podemos encontrar:

– Irritabilidad por nimiedades.
– Escasa concentración y durante poco tiempo.
– Desorientación y dificultad para decidir las cosas más triviales.
– Alteraciones del sueño (lo que repercute al rendimiento del día siguiente).
– Fobias y estado continuo de alerta (no poder “desconectar”).
– Depresiones y actitudes pesimistas constantes.
– Trastornos de la personalidad (como por ejemplo las conductas obsesivas y compulsivas).

Y por si no hubiera suficiente, entre el grupo de alteraciones fisiológicas merece la pena destacar (por citar únicamente unas cuantas):

– Taquicardias.
– Hipertensión arterial.
– Enfermedades coronarias.
– Asma Bronquial.
– Trastornos gastrointestinales (como estreñimiento o úlcera péptica).
– Dermatitis.
– Impotencia.
– Eyaculación precoz…

En cada persona es diferente

Menudo panorama, ¿verdad? Seguro que más de uno de vosotros os estaréis preguntando por las causas. De esta manera, podréis estar más atentos y ponerle freno a la situación antes de que se nos vaya de las manos. Sin embargo, no es tan sencillo como eso. Las causas por las que una persona puede desarrollar estrés son muy diversas y subjetivas, por lo que no todo el mundo sufriremos de la misma manera, ni con la misma intensidad. Aunque ciertos sucesos vitales que afectan a la familia o el entorno social en que uno vive puede ser causa del estrés, sin duda el factor más habitual es la presión en el ámbito laboral. Sin embargo, la Asociación Madrileña de Agorafobia (AMADAG) expone un ranking muy interesante de las causas del estrés (vendría a ser un “Top 10” de nuestras peores pesadillas, vaya), con el valor que la sociedad española les asignó en su momento. Vale la pena darle un vistazo al listado, en el que nos encontramos con:

– Muerte del cónyuge (92)
– Embarazo no deseado (65)
– Separación (58)
– Aborto provocado (51)

Luchando contra el estrés

Aunque no existen recetas milagrosas universales, puesto que como hemos dicho anteriormente las causas y síntomas del estrés se viven de manera diferente dependiendo de cada persona, sí que está demostrado que una actitud positiva, el apoyo de la familia y amigos y un estilo de vida y una alimentación saludables son factores de vital importancia para prevenir y/o tratar esta enfermedad. Y cómo no, existen técnicas de relajación y meditación específicas que potencian nuestro auto-control y nos aportan herramientas para luchar contra el estrés.

Para conocer un poco más sobre las causas de nuestro estrés y buscar respuestas para hacer frente a esta enfermedad, aquí tenéis una guía para el control y el manejo del estrés elaborada por el Centro de Promoción de Hábitos Saludables de Madrid Salud. Seguro que os será de utilidad.

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