El jengibre es un tubérculo con un sinfín de beneficios saludables, es de origen oriental y muy popular en la medicina tradicional china. Aunque no sólo se utiliza en la medicina, también es un buen aliado en la cocina. Tiene un sabor particular que no convence a todo el mundo, una mezcla entre dulce, refrescante y picante.

Pero si te agrada, son muchos los beneficios que aporta y que lo hacen muy recomendable para la salud: es rico en aceites esenciales, minerales (calcio, fósforo, aluminio y cromo), vitaminas (B y C), antioxidantes y aminoácidos.

El principal uso que se le da y por el que es más conocido es para los dolores de garganta o afonías, pero esta maravillosa planta permite tratar todo tipo de malestares, enfermedades y hasta la pérdida de peso:
• Es antiinflamatorio.
• Anti oxidante, previniendo el envejecimiento prematuro.
• Combate enfermedades respiratorias, gripes y resfriados.
• Ayuda en las enfermedades del aparato digestivo, gastritis, o mal aliento.
• Es bueno para los cálculos renales.
• Mejora los dolores menstruales.
• Es adecuado para combatir las migrañas.
• Evita las náuseas y vómitos; ayuda a las embarazadas y en los mareos de los viajes.
• Previene el cáncer de colon.
• Es antidepresivo y ayuda a combatir el estrés.
• Aumenta la lívido, es afrodisíaco.
• Reduce el dolor de la artritis reumatoide.
• Aporta calor en época de invierno por su componente picante.
• Previene enfermedades cardíacas y mejora la circulación.
• Previene el Alzheimer.
• Tiene propiedades antidiabéticas.
• Mejora la memoria.

Lo podemos encontrar de muchas maneras: raíz cruda rallada, en polvo, caramelos, confitado, en infusiones, o incluso como aceite vegetal para masajes. Y podemos usarlo de aderezo en bebidas y zumos de frutas naturales, para darle un toque especial a la repostería y para cocinar con algunos platos.

Parece que tendremos que adaptar nuestro paladar al sabor de este alimento… 😛