Con la llegada del verano solemos exponernos a cambios de temperatura bruscos. Intentamos buscar el fresco de los aires acondicionados y ventiladores para sofocar el calor de la calle, pero la exposición prolongada a bajas temperaturas en interiores y a altas en exteriores hace que nuestro cuerpo sufra. Afecta a nuestra piel, vasos sanguíneos, pulmones e, incluso, los huesos.

¿Cómo potenciar nuestras defensas?

La equinácea y el propóleo son dos sustancias que concentran una serie de propiedades que nos pueden beneficiar en muchos momentos.

La equinácea es una planta que cuenta con cuenta con propiedades inmunoestimulantes, antialérgicas, antisépticas, antiinflamatorias, antibióticas, antifúnicas y cicatrizantes. Su función antibiótica refuerza nuestras defensas ya que activa la producción de leucocitos que bloquean la acción de virus y bacterias.

La planta de la equinácea tiene unas propiedades antivirales y antisépticas que ayudan a prevenir los resfriados, los catarros y la gripe fortaleciendo nuestras defensas. Está demostrado que los beneficios de la equinácea nos ayudan a hacer frente al resfriado común y a reducir los sus principales síntomas como la

fiebre, la mucosa, las irritaciones o la tos entre otras.

El propóleo es una sustancia que producen las abejas a partir de la resina de los árboles y sustancias vegetales. Al igual que ocurre con el polen y la miel, por ejemplo, las abejas se nutren de un agente exterior, en este caso las resinas y savia que obtienen de plantas y árboles, la procesan a otros componentes como la cera para dar lugar al propóleo.

A lo largo del tiempo se ha visto que nos ayuda a combatir enfermedades respiratorias, como los resfriados, catarros, tos o gripes. Actúa en el sistema inmunitario a través de una acción sobre los macrófagos, sobre la producción de linfocitos y anticuerpos y una actividad antitumoral. Reduce los estornudos y las irritaciones de la rinitis alérgica por inhibición de la liberación de la histamina.